Bajo la sombra de un ranchito, acompañada de la brisa fresca y el sonido de las olas del mar, decidí que esta era mi oportunidad. Finalmente había conseguido el tiempo para escribir de cualquier cosa que me viniera a la cabeza.
Desde que empezó el año me había puesto como meta escribir una vez por semana y no fue hasta ahora, casi terminando marzo, que pude sacar el tiempo.
En este ambiente tan relajante y paradisiaco, pensé que me inspiraría muchísimo. Para mi sorpresa, la único que he tenido en mi cabeza, desde que me senté aquí, ha sido chocolate. Sí, así como lo leen, chocolate.
Nada de fotografía, nada de mi vida, ni siquiera una piña colada para que encajara con este ambiente. Sólo Chocolate.
Puede que esté antojada (lo más seguro es que sea eso) pero esto trajo a mi cabeza la famosa frase de Forrest Gump: Life’s like a box of chocolates, you never know what you’re gonna get.
Así como me había fijado esa meta y muchas otras, en cuanto a mi vida personal y laboral, lo que ha sucedido hasta el momento ha sido muy diferente a lo que quería, pero no por eso ha sido malo.
Sí, podemos planear, soñar y trabajar por muchísimas cosas, pero ciertamente no sabemos que va a suceder. Lo que tenemos que hacer es aprender a “saborear” cada experiencia que nos pasa aunque algunas sean amargas, con nueces o sin relleno.
Aunque leamos la parte inferior de la caja, donde específica cada sabor (tal vez en los tiempos de Forrest no había de esos), no sabremos si serán de nuestro agrado o no. Por esta razón los invito a que saboreemos la vida antes de que se nos derrita en las manos y, si se derrite, a chuparse los dedos entonces! ¡Nunca es tarde! 😉