Hace unos años, leí un artículo que decía que a los 16 ó 17 años, existe al menos un 80% de probabilidad de que ya conozcas a la persona con la que te vas a casar (creo que se los he comentado en otra ocasión). Con varias de las parejas que he conocido, me doy cuenta lo atinada que es esta posibilidad y esta es la historia de una de las que entra en la estadística.
Carolina y Javier se conocieron en nuestra escuela (todos somos de la misma alma mater), aunque en ese entonces no salieron. No fue hasta la universidad que comenzó su historia, cuando él veía a la hermana de Carolina y la llamaba “cuñada” en los pasillos. Quien diría que tiempo después la podría llamar así de manera oficial.
Carolina no entendía por qué decía eso si ellos ni siquiera conversaban, hasta que él le chateo, la invitó a salir y se dieron cuenta que eran el uno para el otro.
Una de las cosas que más me gustó de sus detalles fue su ramo. En él, tenía un accesorio con las fotos de unos parientes y la de su perrito, para que estuvieran presente con ella en este día tan especial.
En ese momento su fotógrafa tuvo que hacer una pausa para ir a secarse las lágrimas. Desde ese momento decidí que la foto de mi Lucky estará en el mío también, cuando me case.
Carolina, realmente parecías una princesa a punto de tener el tan esperado “felices para siempre”.
Carolina y Javier tuvieron estos peluches durante toda la preparación camino a la boda. Los mismos se convirtieron en el cuenta atrás oficial cuando, cada mes, publicaban cuánto faltaba para la boda.
Cuando llegué a la habitación y lo vi vendado, me explicaron que estaba así porque ese día no podía ver a la novia hasta la ceremonia.
La felicidad de su papá al verla vestida de novia.
Carolina obsequió a sus padres unos detalles personalizados con unas palabras muy conmovedoras para cada uno. De igual forma, le envió un reloj de bolsillo a su futuro esposo, con un mensaje especial para él.
Volviendo a su historia, cuando Javier decidió que Carolina era la persona con la que deseaba pasar el resto de sus días, planificó todo para que su propuesta fuera de una manera muy especial.
Organizó un paseo a un resort y, como estos paseos son muy tradicionales entre ellos, Carolina no sospechó nada. Cuando se estaban arreglando para la cena lo vio muy inquieto, caminando de un lado para al otro y hasta quemó una camisa cuando se puso a plancharla (no creo que estuviera nervioso jeje).
Fueron caminando hacia al restaurante pero él la llevó de largo hacia la playa, explicándole que su mesa estaba más allá. Al final de la velada le dieron un postre al que no podía resistirse: su anillo de compromiso.
Después de esa noche inolvidable, comenzaron los preparativos para el tan esperado “¡sí, acepto!”
¡Ya saben chicas ! 😉
“Lo que más me gusta de la chiquita es su dedicación, esmero y actitud de superación, nunca se da por vencida hasta conseguir su propósito. Carolina es una mujer decidida y segura de sí misma (es lo que más me atrajo de ella).” – Javier
“Lo que más me gusta de Javier es su sentido del humor. Pase lo que pase me hace reír. Alegra mi vida.” – Carolina
Después de su primer baile con el amor de su vida, Carolina bailó con su primer amor al ritmo de “Carolina” de Eddy Herrera. Fue un momento muy emotivo para ella y su papá.
En ningún momento dejaron de sonreír y todo resultó como tanto lo deseaban. Su boda era todo lo que habían soñado y más. Dios primero, su matrimonio será igual, lleno de felicidad, emoción y sueños que compartir.
Carolina y Javier, saben perfectamente lo mucho que me gustó cubrir su boda y lo agradecida que estoy con ustedes por permitirme capturar este día tan especial.
Todo quedó de cuento de hadas y confío que este apenas es el primer capítulo de muchas cosas hermosas que les depara el destino. ¡Que Dios bendiga su unión!
[vimeo 155689316 w=500 h=281]
Carolina & Javier from Liz Pinto on Vimeo.