Conocí a Daphne cuando cumplió sus quince años. Recuerdo llegó a su sesión con su vestido naranja. Yo estaba encantada con su traje por lo hermosa que se veía y porque era diferente a cualquier que yo hubiera fotografiado hasta entonces (eran mis primeros años de negocio).
Desde ese día nunca nos habíamos vuelto a ver en persona, hasta hace un tiempo atrás, que nos topamos en un mall.
Cuando me vio, nos saludamos emocionadas como si no hubiera pasado el tiempo. Me dijo que quería que yo cubriera su boda y comenzamos la coordinación de todo.
El tiempo pasó volando y finalmente llegó el día. Esta vez su vestido no era naranja, sino uno blanco lleno de piedras, digno de una princesa, lista para acompañar a su príncipe, Humberto.
Daphne y Humberto estaban tan felices de poder finalmente celebrar su amor ante Dios, sus familias y amigos en el mismo lugar en el que nació: En la iglesia. Esta felicidad se notó en cada foto y se vivió en cada detalle.
Es hermosa la complicidad que se tienen y no tengo dudas que eso es lo que los mantiene unidos, paso a paso, hasta hoy.
¡Muchas gracias por confiar en nuestro trabajo para capturar este capítulo de su bella historia!