Cuando te toca trabajar con una pareja como Ana Lorena y Javier, sabes que las risas estarán aseguradas, su buena vibra te contagiará y la química se verá reflejada en cada foto.
Una historia que empezó cuando el destino decidió cruzar sus caminos de manera inesperada. Javier tenía una compañía que era proveedora de servicios de la compañía en la que Ana Lorena estaba comenzando a trabajar.
Como ella era principiante y no tenía entrenamiento, Javier fue la primera persona que le ofreció ayuda. Después de ese momento, cada vez que les tocaba toparse, el tiempo se extendía porque se quedaban conversando por buen rato y así se fueron volviendo amigos.
A pesar de que los dos dejaron esos trabajos, se mantuvieron en contacto y siguieron conociéndose. No fue hasta años más tarde cuando Javier le confesó a Ana Lorena que gustaba de él pero no, no es lo que piensan, su relación no empezó ahí. Siguieron siendo amigos hasta que Javier la fue conquistando poco a poco con su caballerosidad y atenciones.
Para muchos, casarse en El Valle en el mes de noviembre, es un gran riesgo por las posibles lluvias. Cuando llegamos a la habitación de Ana Lorena, al verme se emocionó por mi ayuda de Diosito con el clima, ya que estaba lloviendo desde hacía un rato. No pasaron ni 15 minutos cuando finalmente escampó y no volvió a llover más (Él es lo máximo).
Muy pocas veces nos topamos con una novia tan relajada, tan tranquila que hasta ella misma lo mencionaba y sonreía sin parar. Del otro lado Javier también estaba igual, ambos muy felices de que el día finalmente había llegado y que estaban más que decididos de este gran paso.
La pedida de mano fue totalmente inesperada para Ana Lorena. Por motivo de celebración de su tercer aniversario, la invitó a que se quedaran en un hotel. Para ella todo era muy gracioso, ya que el se encargó de toda la organización y esa es usualmente tarea de Ana Lorena.
Al llegar a la habitación y verla toda arreglada con pétalos, champagne, frutas y otros detalles, ella decía que se habían equivocado y que ese no era su cuarto. Javier la intentaba convencer diciendo que mejor para ellos y que debían aprovechar, hasta que finalmente se dio cuenta que en efecto era la de ellos.
Al día siguiente, mientras Ana Lorena se bañaba, Javier comenzó a gritarle desde el balcón que tenía que salir a ver lo que estaba pasando abajo. Ella escuchaba muchos gritos a la distancia que casi la hacen salir corriendo sin nada, para poder ver (¿será panameña? jeje). Resulta que sólo era la mitad del staff del hotel con globos y huéspedes, diciéndoles que se casara con Javier, con la pregunta sobre la arena escrita en grande.
Fue un momento muy emocionante para ambos, ya que Ana Lorena esperaba unos zapatos como regalo de aniversario (es de sus cosas favoritas), y la sorprendieron con algo mucho mejor. Decidieron casarse por lo civil justo un año después.
“Javi es un niño en el cuerpo de un adulto, es la única persona que siempre me hace reír, aunque este furiosa, me conoce mejor que nadie, admiro su resiliencia, nada logra quebrantar su espíritu, el todo lo puede y me hace sentir que yo puedo hacer todo lo que me proponga también.”
– Ana Lorena
“Me gusta lo hermosa que es Ana Lorena, lo adorable que es, su inteligencia y amabilidad, su capacidad para brindar lo mejor de sí para ayudar a los demás.” – Javier
¡Me encanta cuando hasta los más pequeños se gozan la boda!
Después de compartir con esta pareja en varias ocasiones, no me quedan dudas que son tal para cual.
Ana Lorena y Javier, me hizo muy feliz verlos disfrutar su día especial al máximo. Se nota que su relación está construida sobre una fuerte relación de amistad, camaradería y complicidad, acompañado del gran amor que ambos se tienen. Espero que su vida como esposos esté lleno de momentos hermosos y que Dios los bendiga por la eternidad.
Un abrazo y los mejores deseos de parte de todo el equipo.