Era una bella tarde de sábado, de esas que son perfectas para unir tu vida a esa persona que tanto amas (al menos para mi los sábados lucen así jeje).

El cielo estaba despejado, la novia se comenzaba a arreglar, mientras a lo lejos se escuchaba la banda que tocaría en la boda, practicando las canciones de esa noche.

Finalmente había llegado el día que tanto Nany como Jean habían soñado y, que posiblemente no habían imaginado, cuando se conocieron en el año 2002.

Todo se remonta a ese año, cuando ambos asistieron a un quinceaños de una amiga que tenían en común.

Para mucha más casualidad, sus madres se criaron juntas. Cuando ambas se encontraron en esa fiesta, aprovecharon para presentarlos.

Además de su encuentro en la fiesta, ambos estuvieron en el IPA (más destinados a estar juntos, imposible).

Jean estaba un año más arriba que Nany y tuvieron una relación corta en el 2005.

Ocho años después se reencontraron, donde comenzaron a salir nuevamente y se hicieron novios. Para ellos fue mucho más bonito porque ya se conocían y, el amor y cariño que se tuvieron, se mantuvo durante el tiempo que estuvieron separados.

Su historia me recuerda a la leyenda asiática del hilo rojo. La misma cuenta que, dos personas unidas por el hilo rojo están destinadas a ser amantes, independientemente de la hora, el lugar o la circunstancia. Por tanto, este cordón mágico se puede estirar o enredar, pero nunca puede romperse.

¡Estos novios sí que tienen estilo!

Nos cuenta Jean que, una de las cosas que más le gusta hacer, es irse de viaje con Nany (pero no de trabajo).

Por esta razón, decidió que la mejor forma de proponerle matrimonio era haciendo exactamente eso. El destino perfecto sería en la ciudad que nunca duerme: New York.

Finalmente, el 19 de febrero del año pasado, Jean le pidió que salieran a caminar por el parque, aunque hacía un frío horrible.

A pesar de lo loca que le sonaba le idea a Nany, ella aceptó. A medida que caminaban se comenzó a arrepentir (porque el frío se ponía cada vez más intenso) y no paraba de preguntarle a Jean que por qué estaban haciendo eso.

Tanto era el frío que hasta al fotógrafo paparazzi que contrató Jean, se le estaba congelando la cámara (pobre colega jeje).

Para no alargar más la caminata, Jean decidió parar y se arrodilló en medio del Central Park, para hacer la tan importante pregunta.

Cuando vi las fotos de la propuesta, realmente se veía mágico. La nieve, el paisaje y ellos dos, tomando una de las decisiones más importantes de su vida.

De seguro la emoción los calentó por unos minutos para que así Nany sacara la mano y aceptara el anillo.

Un año más tarde estaban frente a Dios, sus familiares y amigos dando el tan esperado “sí, acepto”.

Confeti, arroz, aplausos y gritos, recibieron a Nany y Jean en la salida de la iglesia. Fue realmente emocionante.

Después de la boda, aprovechamos para hacerles unas fotos a solas a los recién casados. Si no fuera porque ya estoy compartiendo muchísimas fotos de ellos, les hubiera puesto su sesión completa acá. Resultaron ser todos unos modelos.

A pesar de que he cubierto varias bodas en el Miramar, era la primera vez que me tocaba en la terraza.

Quedé fascinada con el estilo romántico y la preciosa vista de la ciudad, que nos brindaba al atardecer. Estoy segura que no fui la única que pensó así. ¡Que vivan las bodas al aire libre!

“De Nanette me gusta su determinación y perseverancia para hacer las cosas. Su sonrisa, sus ojos, su boca, su sentido del humor, su dulzura y sus ganas de siempre ayudar en lo que pueda.” – Jean

“Me gusta que es muy dulce y atento. Me hace sacar lo bueno que hay dentro de mi. Es empático e inteligente. Me encanta que nos gusten las mismas cosas y disfrutemos de cosas simples pero importantes para nosotros.  Amo sus ojos y su sonrisa. Todo. ” – Nany

Entre la banda de rock, banda independiente, batucada y el ánimo de todos sus invitados, se formó tremenda rumba.

Nany y Jean gozaron cada minuto de su fiesta y así fue reflejado en sus fotos y video.

Nany y Jean, “gracias” se le queda corto para expresarles lo bonito que fue capturar su amor y este momento tan importante en sus vidas.

Desde el momento en que los conocí, crucé los dedos para que me contrataran jeje. Gracias a Dios así lo hicieron y me siento muy feliz (al igual que todo mi equipo) de poder brindarles los recuerdos de este día tan inolvidable. ¡Muchas felicidades!