Hoy en día se dice que no existe tal cosa como el amor a primera vista, pero si le preguntan a Luis, les dirá que eso es falso. Al conocer a Glenys, fue flechado de manera instantánea y supo que esa era la persona con la que quería compartir su vida.
La verdad es que desde que los conocí me di cuenta de su química y lo bien que se complementan el uno con el otro. Además de que uno se divierte mucho cuando comparte con ellos, se nota el amor que se tienen y que estaban destinados a estar juntos.
Cuando llegó el momento de dar el gran paso en su relación, Luis quería que fuera un momento que Glenys nunca podría olvidar. En un viaje a Europa, sabía que el lugar ideal para ponerse de rodillas y hacer esa pregunta tan importante, era frente a la torre Eiffel. Una propuesta sacada de película, sin lugar a dudas.
Después de ese día, entre tanta emoción y alegría, comenzaron los planes para su boda. Lo que más me gustó de ella, es que le dieron su toque personalizado y la hicieron tal y como ellos soñaban.
Decidieron darle un estilo típico a la celebración, por lo que todos los invitados, decoración y sorpresas, iban alrededor de esa temática.
No tienen idea lo feliz que me sentía mientras que cubría esta boda. Por si no lo saben, me encanta el típico y bailé en un conjunto desde mis tres años, por lo que estaba a punto de dejar la cámara de lado y ponerme a bailar junto a ellos.
Algo que nunca voy a olvidar de esta boda es lo felices que se veían ambos, las lágrimas que derramaron de felicidad y lo mucho que disfrutaron su primer día como esposos. Al final, eso es lo que verdaderamente importa.
¡Muchas felicidades Glenys y Luis! ¡Dios les bendiga hoy y siempre!